Dos aliados hepáticos •
Maceración antiinflamatoria. Mezcle a partes iguales la cabeza floral del Cardo
mariano con sus semillas triturada, con angélica, genciana, alcachofera,
centaura, caléndula, menta, de boldo y cachurrera, y mantenga en remojo toda la
noche, una cuchara sopera rasa de esta mezcla por medio vaso de agua. Al día
siguiente, cuele y beba en ayunas diariamente.
• Infusión hepatoprotectora. Para normalizar
la función hepática y ayudar a tratar sus problemas, combine cantidades iguales
de cardo mariano, boldo, cúrcuma, crisantemo, menta y anís, y vierta en agua
hirviendo el contenido de una cucharada sopera de la mezcla por taza, para
tomar tres dosis diarias de este líquido tres veces al día, antes de las
comidas.
Triple
acción protectora
Esta planta es el principal remedio de la
herboristería occidental para los desórdenes hepáticos, proteger la víscera y
regenerar sus células. Se emplea como complemente en tratamiento de una amplia
gama de dolencias y desórdenes, desde cirrosis, esteatosis, hepatitis y
colecistopatías, hasta ictericia, intoxicaciones por setas tóxicas para el
hígado, y afecciones en el cual este órgano está estresado, debido a una
infección o el exceso de alcohol.
También se emplea para limitar los daños que
le causa al hígado, la quimioterapia del cáncer y acelerar su recuperación
después de este tipo de tratamiento.
Posiblemente debido a que mejora la función
hepática, el cardo mariano favorece la circulación sanguínea abdominal, del
área genital y del cuerpo en general, por lo que se recomienda para tratar las
reglas abundantes, hemorroides, varices y pérdida de sangre nasal.
El médico naturista Gerard afirmaba en su
libro "Herball" de 1597, que "es el mejor remedio que crece
contra todas las enfermedades melancólicas".
Amigos y enemigos del hígado
Para entender la importancia del Cardo
mariano, hay que comprender la importancia del hígado, una víscera vital, ya
que se encarga de verter la glucosa a la sangre, interviene en el metabolismo
del hierro, modifica las sustancias que le llegan a través de la vena porta y
es uno de los órganos de filtrado, limpieza y eliminación más importantes del
organismo.
La víscera más grande y una de las más
complejas, no sólo descompone las sustancias tóxicas para eliminarlas como subproductos
inocuos.
Esta "fábrica de elementos químicos"
produce casi la mitad del colesterol, transforma las sustancias que contienen
los alimentos digeridos en proteínas, grasas e hidratos de carbono, y sintetiza
varios compuestos importantes que el organismo emplea para efectuar distintas
funciones, como los denominados "factores de coagulación" de la
sangre.
El hígado recibe sangre tanto del intestino
como del corazón, la cual circula a través de una pequeña red de canales en el
interior de la víscera, donde se procesan los nutrientes digeridos y cualquier
sustancia nociva, y la sangre después sigue su camino, por todo el organismo
Este complejo bioquímico, es el filtro con que
el organismo depura la sangre y el reactor donde se retienen y degradan los
tóxicos que ingerimos: el alcohol, los medicamentos y los compuestos
artificiales de las comidas y bebidas, hasta las drogas como la nicotina o la
cafeína.
Cuando este órgano se halla en buen estado es
capaz de enfrentarse a las agresiones externas, manteniendo el cuerpo con buena
vitalidad, salud y funcionamiento, pero si se degrada debido a una mala
alimentación o a la ingestión continuada de toxinas, comienza a sobrecargarse y
presentar problemas: desde falta de apetito, náuseas, indigestiones y dolor,
hasta insuficiencia hepática, hepatitis, cirrosis, cálculos biliares o cáncer.
Los principales enemigos del hígado son el
alcohol, ciertos medicamentos, algunos aditivos alimentarios y las setas
venenosas; entre sus principales aliados, además de otra planta a la vez
medicinal y comestible como es la alcachofa, es el Cardo mariano: el
hepatoprotector por excelencia.
Una hierba
común pero especial
Originario del Mediterráneo, el Cardo mariano
se emplea con fines medicinales desde la más remota antigüedad y ha sido
utilizado en Europa como remedio para la depresión y los desórdenes del hígado
desde hace siglos, aunque hoy prevalece su rol de restaurador y protector
hepático, el cual ha sido confirmado por numerosas investigaciones médicas.
Tomado en forma de polvo, tintura, gotas,
pastillas o comprimidos, tiene una amplia variedad de indicaciones: hepatitis,
cirrosis hepática, piedras en la vesícula, intoxicaciones, hemorragias,
varices, melancolía, depresión, lactancia deficiente, jaqueca, neuralgias, mareos,
vómitos, quimioterapia
El secreto
se llama Silimarina
Entre las principales sustancias activas que
benefician el hígado y distintas funciones orgánicas, figuran la taxifolina,
los ácidos linoleico y oleico, la tiramina, taninos, compuestos proteicos y
unas fibras llamadas mucílagos.
Pero su principal efecto hepatoprotector se
debe a su riqueza en silimarina o sylimarina: un flavonoide que protege el
hígado de la acción de compuestos que normalmente resultan tóxicos, fortalece
las membranas celulares de esta víscera, mantiene sus funciones y estimula la
secreción de la bilis y proteínas, una especie de "desinfectante
intestinal".
Parece ser que este flovonoide actúa
protegiendo las células del hígado intactas o que no estén irremediablemente,
mediante un mecanismo de fortalecimiento de sus membranas que dificulta la
absorción de los tóxicos.
La silimarina también estimula la síntesis de
proteínas en el hígado por lo que también podría tener un efecto regenerador de
las células hepáticas.
Se ha demostrado que el colapso grave del
hígado producido por ingerir tetracloruro de carbono o setas venenosas, puede
evitarse si se toma silimarina de inmediato o en las 48 horas siguientes. En
Alemania, la silimarina se ha utilizado con éxito para tratar la hepatitis y la
cirrosis.
Estudios recientes demuestran la potencia del
Cardo para contrarrestar la influencia nociva en el hígado de la absorción de
metales pesados asociados a ciertos productos, como el plomo y el aluminio de
las latas y envases, y el mercurio de los empastes dentales y ciertos
cosméticos.
El Higado la Raíz de las Enfermedades
Crónicas
La intoxicación del Hígado puede ser la causa
de numerosas patologías.
Una insuficiencia hepática crónica aunque sea
asintomática (Significa que no hay síntomas) e incluso aparezcan valores
correctos en las analíticas puede provocar importantes alteraciones en casi
todo el cuerpo sin que los médicos se den cuenta de que esos síntomas sin
aparente relación pueden deberse a una misma causa. José María Cardesín,
experto en Medicina Tradicional China, afirma de hecho que puede ser el origen
de diabetes, taquicardias, hipotensión, mareos, disnea de esfuerzo, falta de
concentración, pérdida de memoria, alzheimer, parkinson, esclerosis múltiple,
depresión, migrañas, caída del cabello, alteraciones de la visión, piernas
pesadas, varices, hemorroides, hernia de hiato, úlcera gástrica, acidez,
anemia, cansancio, osteoporosis, intoxicación celular y cáncer.
Y que por tanto muchas veces carece de sentido
tratar esos síntomas aisladamente.
¿Qué causas pueden afectar al hígado y generar
insuficiencia hepática crónica, casi siempre sin síntomas hepáticos pero que
produce frecuentemente su inflamación? El consumo excesivo de grasas, alcohol,
tabaco, las medicaciones agresivas, la ingesta de tóxicos...
Y en cuanto a la alimentación se refiere
determinados parásitos que al formar colonias en intestino e hígado ensucian el
órgano afectado. Sin olvidar los nervios, el estrés, los disgustos y todas las
emociones que propician un estado de irritabilidad o ira ya que trastornan el
sistema hepático. Recordemos que la ira es consustancial al hígado según la
Medicina Tradicional China; basta en ese sentido recordar la violencia que se
genera en los alcohólicos y en los enfermos hepáticos crónicos.
Agregaremos que también pueden afectarle
negativamente los esfuerzos musculares desacostumbrados o excesivos pues el
hígado rige la musculatura y los tendones y es un reservorio de glucógeno,
alimento de estas estructuras. (La silimarina aumenta los niveles de Glutatión
en el hígado).
El
Sindrome Hepático y Sus Concomitancias
La sangre pasa por medio del hígado con un
promedio de 1.4 litros por minuto; en cualquier instante, el hígado contiene
alrededor del 10 por ciento de toda la sangre en el cuerpo. También transporta
la sangre de el páncreas y bazo. Las células de hígado ayudan la sangre para
asimilar sustancias alimenticias y para excretar toxinas y materiales de
deshecho, así como también productos tales como asteroides, estrógenos, y otras
hormonas. El hígado es un órgano más versátil. Almacena glucógeno, hierro,
cobre, vitamina A, muchas del complejo de vitamina B, y vitamina D.
En el caso de inflamación hepática hecho muy
frecuente y crónico genera una reducción del flujo ascendente de sangre venosa.
Y ello crea un desequilibrio entre la cantidad de sangre existente en las zonas
superior e inferior del cuerpo. Es decir, la sangre se acumula en la parte inferior
habiendo menos en la mitad superior. Déficit de sangre que puede ser la causa
de muy diversas patologías que los médicos convencionales no relacionan con ese
hecho. Es el caso de numerosos casos de:
Diabetes
Una de las principales funciones del hígado es
mantener el equilibrio de la concentración de glucosa en sangre. Este proceso
mediado por la propia concentración de glucosa y por hormonas (glutation,
epinefrina e insulina), consiste en almacenar la glucosa excedente o bien
liberarla. Por lo tanto un higado inflamado e intoxicado no puede realizar
estas funciones por lo que se empiezan a desarrollar enfermedades crónicas.
Taquicardias
e Hipotensión
La reducción del caudal sanguíneo en la parte
superior del cuerpo puede producir a nivel cardíaco taquicardias ya que toda
bomba se acelera cuando no dispone de suficiente fluido para bombear. Y si el
corazón maneja menos sangre por las arterias fluirá también menos cantidad
dando lugar a hipotensión.
Cuadros
disneicos o asmáticos
Cuando llega menos sangre a los pulmones se
pueden producir cuadros de insuficiencias respiratorias y asmáticas. Por tanto
un insuficiente suministro de oxígeno al organismo causa síntomas que con
frecuencia se confunden con una patología pulmonar.
Vértigos y
mareos
Es obvio que si llega menor cantidad de sangre
al cerebro puede producir vértigos, mareos e inestabilidad que en estos casos
suele achacarse a la hipotensión sin considerar que ésta puede estar provocada
por la inflamación hepática. De hecho, un mareo que conduce a una lipotimia
(desmayo) no es más que un mecanismo de defensa del organismo que se da cuenta
de que necesita estar en posición horizontal a fin de que la sangre pueda
llegar de nuevo fácilmente al cerebro.
Pérdida de
memoria y confusión mental
Un deficiente riego sanguíneo puede ser
también causa de pérdida de memoria, confusión mental, disminución del
rendimiento mental, posible caída de cabello y disminución temporal de la
agudeza visual. Síntomas que en principio remiten al normalizarse el riego sanguíneo
por regularización hepática.
Depresión
Esta importante alteración, tomada como una
afección cerebral de tipo psíquico y tratada normalmente a través del sistema
nervioso, se pone de manifiesto en cuanto el cerebro deja de recibir la sangre
que necesita. La hipovolemia cerebral produce una sensación de angustia,
ansiedad, deseos de estar acostado (posición en la que el cerebro recibe más
fácilmente el fluido sanguíneo), mareos, miedos y, en última instancia,
desesperación. Pues bien, todo ello mejora notablemente al recuperarse el riego
cerebral por normalización del flujo sanguíneo hepático ascendente.
Migrañas y
cefaleas
El cuadro anterior está íntimamente
relacionado con las migrañas y algunas cefaleas. Sólo que éstas se producen
cuando el paciente mejora, su hígado se desinflama y la sangre sube rápidamente
hacia la parte superior con mayor caudal produciendo el síndrome migrañoso,
dolor pulsante en sienes y deseo de estar relajado en oscuridad y silencio.
Obviamente, en cuanto el hígado se vuelve a inflamar remiten los síntomas de la
migraña. La solución consiste pues en normalizar el hígado para que esos
cambios de intensidad en el flujo sanguíneo ascendente no se produzcan.
Alzheimer,
parkinson, esclerosis múltiple, epilepsia y ataxia cerebelosa
Hace ya 30 años se planteó que en muchos casos
-no en todos, por supuesto- enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer,
el parkinson, la esclerosis múltiple, la epilepsia y la ataxia cerebelosa
pueden deberse a una deficiente irrigación del cerebro. Y que puede ser así
parece demostrarlo que cuando esa falta de sangre -y, por tanto, de oxígeno- se
debe a una comprensión patológica del opérculo torácico que impide que la
sangre circule adecuadamente por la arteria vertebral ,esa falta de riego sanguíneo
cerebral puede deberse igualmente al problema hepático.
Varices y
hemorroides
¿Qué sucede, por otra parte, cuando la sangre
se encuentra en mucha mayor cantidad en la mitad inferior del cuerpo, en el
sistema venoso, siendo incapaz de subir al tórax por estar parcialmente
retenida debido a la inflamación del sistema hepático? Pues que las venas se
dilatan, se distienden y se producen varices y hemorroides. De hecho muchas
personas con inflamación hepática tienen las piernas pesadas y lo achacan a que
están mucho rato de pie cada día cuando la causa real es bien diferente.
Úlceras
gástricas, anemia y amenorrea
Las venas gastroepiploicas procedentes del
estómago que desembocan en el sistema hepático antes de la filtración pueden
dilatarse cuando la sangre queda retenida en ellas produciendo varices
esofágicas o duodenales (o ambas). Y si el volumen de esa sangre aumenta mucho
se pueden además distender dando lugar a microhemorragias gástricas o úlceras.
Una situación que si se cronifica hace que la sangre
tiña de marrón oscuro las heces. Lo que hay que tener en cuenta porque en las
analíticas de heces la presencia de sangre es habitual y se achaca con
demasiada frecuencia a la sangre contenida en la carne (aunque hoy día se
empieza a experimentar con preparados capaces de distinguir en las heces la
sangre humana de la animal.
Pues bien, cuando las pérdidas sanguíneas vía
gástrica persisten en el tiempo puede aparecer una anemia que se acompaña de
gran cansancio junto a todos los síntomas ya expuestos debidos a la falta de
sangre en la parte superior del cuerpo (depresión, taquicardias, disnea de
esfuerzo, etc.). Paralelamente, cuando no tenemos suficiente sangre por causa
de la anemia la menstruación se hace tardía, escasa, y puede llegar a desaparecer
(amenorrea); sin embargo, se normaliza cuando se recupera el volumen sanguíneo
correcto.
Obesidad
Otro preocupante desequilibrio orgánico es la
obesidad, padecida por un elevado grupo de población. La causa atribuida
generalmente es el exceso en la ingesta de alimentos por lo que se suele
recomendar el seguimiento de severos regímenes. El síndrome de abstinencia de
la alimentación es muy difícil de superar por la mayoría de las personas.
Pues bien, las microhemorragias gástricas
presentes en la úlcera de estómago conducen a una pseudoanemia crónica
normalmente indetectable en las analíticas porque nuestro organismo es capaz de
reproducir la sangre perdida en pequeñas cantidades. Nos encontramos en tales
casos con un cuadro anémico que se autorregenera sólo que la pérdida de ese
fluido vital produce siempre un estado de ansiedad ya que la pérdida de sangre
es interpretada por el cuerpo como un camino hacia la muerte por desangrado.
Por eso siempre va acompañada de un incremento del apetito para obtener los
principales elementos para la fabricación de sangre. Y esos están en el
chocolate, los dulces, las frutas y verduras rojas, las carnes rojas, etc.
Osteoporosis
Como hemos explicado, la afectación hepática
puede terminar produciendo anemia a causa de las microhemorragias gástricas con
lo que el organismo intenta por todos los medios compensar la pérdida comiendo
más para fabricar sangre extra. Ahora bien, la sangre se fabrica en la médula
ósea -preferentemente la de los huesos planos, por ejemplo la cresta ilíaca- y
para obtenerla ésta precisa, entre otros elementos, calcio. Y cuando este
mineral no está suficientemente presente en la dieta el organismo no tiene más
remedio que recurrir a los huesos para obtenerlo pudiendo dar lugar a
osteoporosis en edades tempranas.
Fibromialgia
Esta patología, que como su nombre indica es
un "algia de las fibras musculares", pertenece al amplio campo de
influencia hepático pues el responsable del tono, vigor y resistencia de la
musculatura es el hígado. Y de hecho, muchos de los pacientes que se han
tratado mediante desintoxicación de hígado y riñón -y, por tanto, de la mayor
parte del organismo- han logrado mejoras substanciales en un porcentaje elevado
de casos. Algo esperanzador teniendo en cuenta que la Fibromialgia es una
enfermedad de diagnóstico difícil y un tanto subjetivo.
Cáncer
Efectos sorprendentemente beneficiosos que
sobre los tumores tiene recuperar la calidad sanguínea y, por tanto, celular
merced a la correcta filtración y eliminación de toxinas y elementos tumorales
por parte de un hígado y riñones sanos.
Hepatitis
Crónicas
Al tratar un cuadro hepático hay que
considerar siempre la presencia de antiguas hepatitis de los tipos hoy
conocidos A, B, C y D (la E es prácticamente desconocida), éstas dos últimas,
por cierto, habituales en casi todos los estados cancerosos. Porque
determinadas enfermedades infecciosas -entre ellas las hepatitis, aún
aparentemente curadas- dejan huella. Es decir, se puede determinar su presencia
durante toda la vida del paciente lo que significa que, aún erradicada del
organismo, una parte -incluso negativizada en teoría- queda presente y
detectable y, por tanto, activa en algún nivel. Presencia que puede producir
patologías secundarias y aparentemente sin relación con la enfermedad original
pero que deben ser tenidas en cuenta siempre que la patología actual nos haga
pensar en una relación hepática aunque ésta parezca lejana.
Resumen
En definitiva, una inflamación hepática
crónica bien por depósitos procedentes del filtrado fisiológico que realiza el
hígado en la sangre, bien por causa de una parasitosis (virus, bacterias, etc.)
bien por intoxicación puede producir, de forma parcial o total, todas estas
dolencias:
1°) Diabetes
2º) Hipotensión y mareos.
3º) Disnea de esfuerzo y taquicardias.
4º) Falta de concentración y pérdida de
memoria.
5º) Depresión, ansiedad, cefaleas, migrañas,
caída del cabello y alteraciones de la visión.
6º) Alzheimer, parkinson, esclerosis múltiple,
diabetes, epilepsia y ataxia cerebelosa.
7º) Piernas pesadas, varices y hemorroides.
8º) Hernias de hiato, úlceras gástricas y
acidez.
9º) Anemia y cansancio.
10º) Obesidad, osteoporosis y fibromialgia.
11°) Cáncer e intoxicación celular.
En suma, todos los cuadros patológicos
mencionados parecen no tener relación pero lo cierto es que en muchos casos la
causa es común: una insuficiencia hepática. Y resolviendo ese problema con el
tratamiento de silimarina cada caso se resolverá. Por lo que se sugiere hacerse
una desintoxicación hepática y renal a fondo. Lo mejor es siempre prevenir.
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